Dos testimonios de una mujer muy especial:
1- La actriz Concepción Zorrilla, mas conocida como la “china” Zorrilla (Q.E.P.D), fue testigo de Garabandal. Estuvo en el pueblo durante las apariciones. Llego desde Madrid donde había actuado en el Teatro Español de paso a la ciudad de París desde donde regresaría a Uruguay, su país natal.
-AGREGAMOS VIDEO DE LA CHINA MENCIONANDO EL MILAGRO-
Compartimos dos testimonios de personas que testimonian su paso por el pueblo de Garabandal enterándose que allí sucedía algo extraordinario y la Gracia que recibió de la Santísima Virgen María:
Dice D. Luis Navas Carrillo, abogado y cursillista de cristiandad:
“A pesar de las piedras y de la velocidad pudo detenerse frente a Concepción Zorrilla”.
Su testimonio:
Esta Señora era miembro de una Compañía de Teatro extranjera, que acababa de actuar días entes en el Teatro Español de Madrid. Esta mujer buena, abierta y sincera, había acudido a este pueblecito escondido de la geografía hispana, desviando su ruta hacía Paris, de regreso ya para el Uruguay.
Dentro del silencio y el recogimiento de la noche, Mari Loli puso fin a sus dudas e inquietudes, extendiendo el brazo con la mirada hacia adelante sin volver la cabeza hacia su lado para darla a besar el crucifijo que, si bien lo rechazó por dos veces, no pudo vencer la violencia de esta criatura que llega con el crucifijo a sus labios, arrancándola lágrimas que hicieron brotar en su alma una alegría y felicidad interior como nunca había experimentado y muy diferente a la de los escenarios.
Se consideraba indigna de besar el Crucifijo.
Más tarde, ella misma confesó que si había rechazado el crucifijo fue porque se consideraba indigna de besarlo. Tuve la oportunidad el mismo día de su marcha de sacarle una fotografía junto con María Dolores para que pudiera rememorar este episodio en las lejanas tierras de su país.
Sobre este episodio hay mas detalles del doctor Ricardo Puncernau:
Dice D. Ricardo:
Al poco rato se corrió el rumor que Conchita había caído en éxtasis. Poco después Jacinta y Mari Loli. Y finalmente Mari Cruz. En estado de trance se juntaron las cuatro y luego siguieron juntas rezando el Rosario que la gente que las seguía contestaba.
Eché un vistazo a la curiosa procesión y entré en la taberna de Ceferino a tomar una coca-cola. En la taberna había una chica uruguaya. Pronto entablamos conversación. Me dijo que ella no solamente no creía en aquellas apariciones, sino que no creía en nada de la religión. Había venido a Garabandal por simple curiosidad.
Al cabo de un rato le propuse salir fuera para ver lo que ocurría con las videntes. Las vimos de lejos, agazapados en la sombra de una casa, cómo se dirigían rezando el Rosario hacia la iglesia del pueblo.
Desde nuestro escondido observatorio mirábamos lo que pasaba. De pronto vimos que una de las niñas, en trance, se destacaba de la procesión y se dirigía, andando normal pero con inusitada rapidez, hacia nosotros, que permanecíamos escondidos en la sombra apoyados en la pared de una casa.
Llevaba un pequeño crucifijo en la mano. Se dirigió a mi compañera y le puso, a viva fuerza, el crucifijo en la boca para que lo besara, una, dos y tres veces.
Después, la niña, igualmente en trance, se unió a las demás y siguieron rezando el Rosario.
Mi compañera, la bailarina, se puso a llorar a moco tendido, con unos grandes y sentidos sollozos, tan desconsolados que pensé que le daba un ataque.
La acompañé hasta los bancos de madera que estaban en el exterior y adosados a la pared de la taberna del Ceferino. Se arremolinó la gente e intenté calmarla.
Al fin, pudo explicar lo que había pensado en su interior:
-- Si es verdad que se aparece la Virgen que venga una de las niñas a darme una prueba.
Apenas hube pensado esto, cuando la niña vino corriendo hacia mí a darme a besar el Crucifijo. Yo no quería besarle y le aguantaba la mano. Pero ella con una fuerza inusitada me puso el crucifijo pegado a los labios y no me quedó más remedio que besarlo. Una, dos, y tres veces, yo la incrédula, la atea, la que no creía en nada. Ello me emocionó sobremanera.
Nos volvimos a ver en el tren, de vuelta camino de Bilbao. Más tarde supe, porque nos escribimos algunas veces, que regresó con su familia al Uruguay.
El actor Carlos Perciavalle contó una vieja e increíble historia que demuestra la gran generosidad de su amiga y colega China Zorrilla.
En una entrevista íntima con Telenueve, el actor y humorista relató con detalles una anécdota de la actriz cuando le prestó ¡37 mil dólares! a un taxista que no conocía.
"Entonces abrió la cartera y me mostró que le quedaban 3 mil nada más. Yo le pregunté qué había hecho con los otros 37 y me contestó: ‘se los presté al taxista’".
China había cobrado plata por un juicio de un choque y luego se tomó un taxi para encontrarse con Perciavalle. Según contó él, recibió un llamado mientras esperaba a su amiga para advertirle que ella iba con mucha plata en un taxi y que había que intentar sacarle al menos la mitad del dinero, antes de que se lo preste a alguien. “Vos sabes como es China con la plata”, le habían advertido al actor. Pero fue tarde.
“Cuando bajó del taxi le dije que necesitaba plata porque mi hermano tenía un problema impresionante. Le dije que precisaba que me preste 20 mil dólares. Pero ella me dijo que no los tenía. Yo le decía que cómo no los tenía si le acababan de dar 40 mil. Entonces abrió la cartera y me mostró que le quedaban 3 mil nada más. Yo le pregunté qué había hecho con los otros 37 y me contestó: ‘se los presté al taxista’".
China contó que el hombre la había elogiado por su trabajo y que, cuando ella le había preguntado cómo andaba él, la respuesta había sido por demás negativa: tenía hipotecada la casa y se la iban a rematar porque no tenía los 37 mil dólares. Perciavalle relató lo que siguió: “Ella abrió la cartera y le dio los 37 mil dólares. Le dijo: ‘usted me los devuelve cuando pueda, no se preocupe’".
La anécdota terminó de la mejor manera, ocho años después. Según contó Perciavalle un día estaban jugando a la canasta en la casa de su amiga China y sonó el timbre. “Estábamos jugando a la mañana y viene la mucama uruguaya y le dice que la buscaban. China fue y cuando volvió la veo contando 35, 36, 37… Y dijo: ‘miren, ¿se acuerdan aquel taxista que yo le presté 37 mil dólares? Me los vino a devolver. Me dijo que no vino antes porque había tardado todos estos años en juntarlos. Por uno solo que te devuelva lo que le has prestado vale la pena la cantidad de personas que no me han devuelto‘”.
“A todos se nos caían las lágrimas porque ella estaba tan contenta... Seguro que al minuto se lo prestó a otra persona”, concluyó Perciavalle sobre esta increíble historia de generosidad.
A.M.G.D y la B.V.M